Iron Man 2, qué lata de hombre

El destrozo final de un cómic en cine

 Julio Castro - laRepúblicaCultural.es
 
Es una auténtica lástima que se desperdicien chorros de oro en mezclarlos con excrementos como la película de Jon Favreau, que lejos de ser un trabajo cinematográfico, parece un trabajo realizado por alguna mala droga en su cabeza. Me parece un horror y un espanto tratar de enmendar errores cometidos en un film mediano como la primera parte de esta serie del Hombre de Hierro (Iron Man, 2008), donde se metía en charcos innecesarios, haciendo alarde de ser capaz de adaptar una buena historia al cine de comida basura y acabar encerrado en un callejón sin salida creado por él mismo, que sería el cierre a una posible continuación relacionada con la historia original del cómic.

No contento con aquello, pues, viene ahora a darnos un tostón de argumento, con efectos mediocres de acción que recuerdan a las sagas de los transformers, pero en un lugar que nada tienen que ver. Mucho holograma y mucho trabajo de montaje de estudio, mucho diseño en las armaduras y mucho brazo robótico (el mismo que se repite una y otra vez en las secuencias), que se completa con un conjunto actores casi sin expresividad alguna. Esto último me sorprende especialmente de Gwyneth Paltrow, que siempre me ha parecido una buena actriz (independientemente de los papeles que le diesen), pero es que parece que los actores están en cada momento expectantes de ¿qué pasará ahora? y no pasa nada más que lo obvio ¿dónde está el argumento? y resulta que no hay, salvo el del encefalograma plano.

Desde mi punto de vista, la única que consigue salvar medianamente su papel en el guión es Scarlett Johansson, que interpreta una Natasha Romanoff bastante cercana a la realidad, aunque más triste que atormentada, que sería una definición más real de la viuda negra creada por Stan Lee y Jack Kirby, pero que se aproxima mucho en los momentos de acción. Sin embargo, parece que, como Iron Man lleva una máscara inexpresiva, todos los actores tienen puesta otra que les impide ser seres humanos.

Todo esto, dicho sea de paso, al margen del exultante elogio de un capitalismo trasnochado, que venía poco a cuento en la primera parte, pero que se corregía un poco hacia el final, como si se tratase de una cierta crítica, y que en este caso se convierte en un discurso que viene a decir “capitalismo soy yo”, en un remedo del viejo nazismo, matiz en el que seguramente ni han pensado a la hora de tirar ese guión al cesto de las malas ideas y seguir con otro.

En la parte acción, la película no tiene ningún interés, especialmente desde el punto de vista del protagonista. El malo de la acción, Mickey Rourke, que interpreta a Ivan Danko (ruso en esta ocasión, esta vez los malos no son árabes como en la primera) es malo, pero malo de cojones, porque no le he visto ni un rasgo destacable en el trabajo interpretativo: otro con la máscara de hierro metida debajo de la piel. En cuanto al malo yanqui, Sam Rockwell (en el papel de Justin Hammer), es el único que se sale del papel inmutable, para convertirse en un personaje histriónico, más chillón que alguno de los Joker de Batman. El papel de Jon Cheadle, como Coronel “Rhody”, que viene a interpretar al final una especie de Robin (por seguir con el paralelismo de Batman), es completamente anodino, sin interés. Y para rematar, han decidido que el jefe de SHIELD, Nick Furia, sea negro, lo cual viene a dar al traste con una parte del significado despreciable que el propio personaje reflejaba en algunos momentos del cómic original, pero es que algunos interpretan que esto es diversidad, en lugar comprender que con algo así se está cayendo en lo contrario a costa del ridículo.

Del protagonista no hay mucho que decir, porque Robert Downey Jr. no tiene mucho que sacar del film, pese a ser el papel principal, y se le ve como sorprendido de estar donde está haciendo lo que hace.

En la parte argumental, no se cuenta nada nuevo, el malo es patético, nadie tiene fuerza en el desarrollo original, lo que se refleja como resultado en una historia sin interés, y es lamentable perder dos horas en una mala película serie B con elevado presupuesto y algunos nombres.

Espero que este film cierre la saga para siempre, al menos en esta línea y para esta gente, porque no creo que deban destrozar más historias del género. En el primero de los estrenos en Madrid, rodeado de múltiples seguidores del cómic de Iron Man, si yo estuve a punto de salirme pasada una hora, me alegré de quedarme para escuchar que no era cosa mía, sino que el resto de la gente salía del cine por los pasillos comentando tan sólo una cosa: lo mala que era la película. Tanto el público de cine, como los seguidores del cómic merecen, no un poco, sino mucho más. En resumen: un latazo.

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