El dibujante de la venganza
El ilustrador de 'V for Vendetta', David Lloyd, visita España para participar en el Salón del Cómic de Getxo y hablar de su carrera
Iratxe Gómez
Frente a la televisión, un niño presencia un debate sobre temas educativos. Un programa en el que varias personas expresan su opinión. Entre ellas, un artista comercial, sentado frente a una mesa de dibujo enorme. Nada más verle, al pequeño se le abren los ojos y piensa: «¡Tiene una pinta genial. Es una gran manera de ganarse la vida! Eso es lo que quiero hacer yo».
Ese crío sorprendido delante de la caja tonta no era otro que el británico David Lloyd (1950). Así le surgió la vocación de dibujante. De la forma más inocente. Su curiosidad por el mundo del arte no paró desde entonces. Siempre atento a historias del género negro. Esta pasión la convirtió en su oficio, en el que se mantiene desde hace cuatro décadas. Pero la fama no le llegó hasta dar forma a una de las mejores historias de Alan Moore, V for Vendetta.
No ha sido un camino de rosas. Para convertirse en uno de los ilustradores más populares ha tenido que dar muchas vueltas. Un largo recorrido, pero intenso. Su primer cómic lo dibujó cuando apenas levantaba un palmo del suelo. Se trataba de una adaptación de Security Check, de Arthur C. Clarke. La calidad era buena, pero como cualquier principiante tenía fallos: los márgenes de las viñetas estaban mal colocados, exceso de tinta y bocadillos desproporcionados. Por algo tenía que comenzar. Pero sin dejar de buscar referentes.
Los dibujos animados, las tiras cómicas de los periódicos y las caricaturas políticas le influyeron mucho en la infancia. Luego se quedó prendado con las magníficas pinturas en la National Gallery de Londres, cuando tenía 11 años. Después se enganchó a la habilidad y las manualidades de los ilustradores británicos y estadounidenses.
Y es que Lloyd nunca esconde quiénes le marcaron en su trabajo. «Tintín no me gustaba, era demasiado amable para mí. Yo prefería a Steve Ditko, y dos artistas de tiras ingleses: Ron Embleton y John Burns. La bande dessinée europea la conocí más tarde, con cosas como Metal Hurlant...», desvela en su propia página web: www.lforlloyd.com.
En la publicidad
Sus comienzos no fueron por todo lo alto. Un chaval del norte de Inglaterra no podía pagarse la escuela de Bellas Artes, así que se puso a trabajar. Más tarde, hizo practicas en el departamento de arte de una agencia, donde le ofrecieron ser ilustrador freelance. «Si lo hubiera aceptado, quizá, sólo haría viñetas por diversión», confiesa. También llegó a hacer ilustraciones para publicidad. Un trabajo que, después, le sirvió para su obra.
A finales de los 70 empezó el despegue. Los lectores comenzaron a fijarse en él cuando dibujó al personaje Night Raven, junto al escritor Steve Parkhouse, para Marvel UK. Un luchador contra el crimen en los Estados Unidos de la época de la prohibición. Mientras disfrutaba de su primer éxito, el ex editor de la compañía, Dez Skinn, creó la revista Warrior en 1982 y le hizo otro encargo a Lloyd. «Quería que creara un personaje similar a Raven para ella. Me pidió que me inventara algo y, al principio, me dijo: «Escríbelo y dibújalo tú».
Pero el escritor británico Alan Moore se cruzó en su camino. Él también había sido reclutado para Warrior y trabajaba por esa época en una modernización del superhéroe Marvelman. Habían oído hablar el uno del otro, y ambos conectaron desde el principio.
Así se gestó la novela gráfica V for Vendetta. Para esta aventura, en la que un extravagante terrorista anarquista lucha contra un gobierno fascista, Lloyd copió la vestimenta exacta de 1605. Moore puso el guión y él se encargó del diseño y el aspecto visual. Su particular estilo noir aparece en este original cómic, en el que impregna de realidad al dibujo, al mismo tiempo, que lo seudodifumina y acompaña de tonalidades frías.
El proceso creativo de V fue arduo. Con la ventaja de que no tenía fecha ni contrato. La careta del cómic fue cosa de Lloyd, inspirada en Guy Fawkes, un conspirador católico ingles que intentó volar el Parlamento británico en 1605. Una especie de antihéroe enmascarado. «La dibujé basándome en un recuerdo erróneo. Sólo sé que la sonrisa funcionó bien y la dejamos». Y, aunque se tenía que ceñir al argumento, le sugirió a Moore que evitara leyendas, efectos de sonido y globos de pensamiento. Un trabajado influido por Orson Wells y series como Los Vengadores, El Fugitivo.
Fuente: La Voz Digital
Iratxe Gómez
Frente a la televisión, un niño presencia un debate sobre temas educativos. Un programa en el que varias personas expresan su opinión. Entre ellas, un artista comercial, sentado frente a una mesa de dibujo enorme. Nada más verle, al pequeño se le abren los ojos y piensa: «¡Tiene una pinta genial. Es una gran manera de ganarse la vida! Eso es lo que quiero hacer yo».
Ese crío sorprendido delante de la caja tonta no era otro que el británico David Lloyd (1950). Así le surgió la vocación de dibujante. De la forma más inocente. Su curiosidad por el mundo del arte no paró desde entonces. Siempre atento a historias del género negro. Esta pasión la convirtió en su oficio, en el que se mantiene desde hace cuatro décadas. Pero la fama no le llegó hasta dar forma a una de las mejores historias de Alan Moore, V for Vendetta.
No ha sido un camino de rosas. Para convertirse en uno de los ilustradores más populares ha tenido que dar muchas vueltas. Un largo recorrido, pero intenso. Su primer cómic lo dibujó cuando apenas levantaba un palmo del suelo. Se trataba de una adaptación de Security Check, de Arthur C. Clarke. La calidad era buena, pero como cualquier principiante tenía fallos: los márgenes de las viñetas estaban mal colocados, exceso de tinta y bocadillos desproporcionados. Por algo tenía que comenzar. Pero sin dejar de buscar referentes.
Los dibujos animados, las tiras cómicas de los periódicos y las caricaturas políticas le influyeron mucho en la infancia. Luego se quedó prendado con las magníficas pinturas en la National Gallery de Londres, cuando tenía 11 años. Después se enganchó a la habilidad y las manualidades de los ilustradores británicos y estadounidenses.
Y es que Lloyd nunca esconde quiénes le marcaron en su trabajo. «Tintín no me gustaba, era demasiado amable para mí. Yo prefería a Steve Ditko, y dos artistas de tiras ingleses: Ron Embleton y John Burns. La bande dessinée europea la conocí más tarde, con cosas como Metal Hurlant...», desvela en su propia página web: www.lforlloyd.com.
En la publicidad
Sus comienzos no fueron por todo lo alto. Un chaval del norte de Inglaterra no podía pagarse la escuela de Bellas Artes, así que se puso a trabajar. Más tarde, hizo practicas en el departamento de arte de una agencia, donde le ofrecieron ser ilustrador freelance. «Si lo hubiera aceptado, quizá, sólo haría viñetas por diversión», confiesa. También llegó a hacer ilustraciones para publicidad. Un trabajo que, después, le sirvió para su obra.
A finales de los 70 empezó el despegue. Los lectores comenzaron a fijarse en él cuando dibujó al personaje Night Raven, junto al escritor Steve Parkhouse, para Marvel UK. Un luchador contra el crimen en los Estados Unidos de la época de la prohibición. Mientras disfrutaba de su primer éxito, el ex editor de la compañía, Dez Skinn, creó la revista Warrior en 1982 y le hizo otro encargo a Lloyd. «Quería que creara un personaje similar a Raven para ella. Me pidió que me inventara algo y, al principio, me dijo: «Escríbelo y dibújalo tú».
Pero el escritor británico Alan Moore se cruzó en su camino. Él también había sido reclutado para Warrior y trabajaba por esa época en una modernización del superhéroe Marvelman. Habían oído hablar el uno del otro, y ambos conectaron desde el principio.
Así se gestó la novela gráfica V for Vendetta. Para esta aventura, en la que un extravagante terrorista anarquista lucha contra un gobierno fascista, Lloyd copió la vestimenta exacta de 1605. Moore puso el guión y él se encargó del diseño y el aspecto visual. Su particular estilo noir aparece en este original cómic, en el que impregna de realidad al dibujo, al mismo tiempo, que lo seudodifumina y acompaña de tonalidades frías.
El proceso creativo de V fue arduo. Con la ventaja de que no tenía fecha ni contrato. La careta del cómic fue cosa de Lloyd, inspirada en Guy Fawkes, un conspirador católico ingles que intentó volar el Parlamento británico en 1605. Una especie de antihéroe enmascarado. «La dibujé basándome en un recuerdo erróneo. Sólo sé que la sonrisa funcionó bien y la dejamos». Y, aunque se tenía que ceñir al argumento, le sugirió a Moore que evitara leyendas, efectos de sonido y globos de pensamiento. Un trabajado influido por Orson Wells y series como Los Vengadores, El Fugitivo.
Fuente: La Voz Digital
Comentarios
Publicar un comentario